Fotografia y diseño: José Valiente Tejado
Fecha de solicitud: 2-07-09
Fecha de aprobación: 2-07-09
Primer día de emisión: 7-7-2009
Tirada: 250
El castillo de La Vaguada se encuentra en un extremo de la localidad de Villalba de los Barros, a la que domina con su enorme presencia, en la provincia de Badajoz.
El origen de Villalba de los Barros se encuentra en el primitivo núcleo de Don Falcón, repoblado con 50 vecinos y convertido en Villa a finales del siglo XIII por el caballero Juan Mateo. Al menos en el tercer cuarto del siglo XIV, la villa de Villalba de los Barros figura entre las propiedades de la familia Enríquez, y después de diversos litigios sobre derechos de titularidad el lugar pasa a los Piñel. En el año 1395 el pueblo, su término y el castillo fueron comprados en 100.000 maravedís por el Maestre santiaguista Lorenzo Suárez de Figueroa para incorporarlo al recién creado señorío de Feria, compuesto entonces todavía tan sólo por Zafra, Feria y La Parra. Villalba fue así la primera de las doce poblaciones que con el tiempo se fueron sumando al reducido foco inicial de este Señorío, y una de las más señaladas de sus componentes. El el año 1418 don Gómez Suárez de Figueroa contruyó el castillo en piedra, sobre un asentamiento llano, aprovechando una fortificación anterior de origen árabe. La existencia de un castillo previo concuerda con el documento de 1400 que Enrique III envía al citado Maestre de Santiago Lorenzo Suárez de Figueroa, por el que autorizaba a su hijo Gómez Suárez de Figueroa a reforzar su castillo de Villalba, con lo que se pone de manifiesto que el castillo existía con anterioridad y que a partir de este momento se amplía o hacen reformas, seguramente de gran envergadura, muy posiblemente en la construcción del cuerpo cuadrangular, añadido a la gran torre que ahora está en un lado, que puede ser el elemento preexistente. Todavía a mediados del siglo XV se siguen incorporando añadidos al castillo, como la barrera exterior que se puede ver en parte y que hace construir en 1449 otro Lorenzo Suárez de Figueroa, hijo y nieto de los anteriores, como rezaba en una inscripción que se encontraba en el castillo. Los Señores de Feria residieron en el castillo hasta su traslado al Alcázar de Zafra a mediados del siglo XV. El castillo consta de un reciento exterior o barbacana de planta cuadrangular y otro central principal de mayor altura. El cuerpo principal está constituido por un recinto cuadrangular organizado en torno a un angosto patio de armas, con torres redondas en sus ángulos y cubos semicilíndricos en tres de sus lados ya que en el cuarto se adosa la voluminosa torre del Homenaje, a su vez también con otro gran cubo semicilíndrico adosado en el lado exterior. Según ciertas opiniones, el patio central pudo haber estado cubierto primitivamente, cobijando una mezquita árabe sobre la que posteriormente se consolidaría la fortificación. En el interior contó con cuatro crujías adosadas a sendos muros configurando en el medio un patio cuadrado. Se conservan los arranques de algunas de las bóvedas de arista que cubrían estas galerías laterales. Aunque los deterioros son cuantiosos todavía persisten detalles constructivos y ornamentales que permiten apreciar la tipología mudéjar de varias ventanas con recercos de ladrillo, así como las bandas del mismo material que recorren algunos volúmenes, y los fragmentos de pinturas al fresco con que se decoran varias habitaciones.
El origen de Villalba de los Barros se encuentra en el primitivo núcleo de Don Falcón, repoblado con 50 vecinos y convertido en Villa a finales del siglo XIII por el caballero Juan Mateo. Al menos en el tercer cuarto del siglo XIV, la villa de Villalba de los Barros figura entre las propiedades de la familia Enríquez, y después de diversos litigios sobre derechos de titularidad el lugar pasa a los Piñel. En el año 1395 el pueblo, su término y el castillo fueron comprados en 100.000 maravedís por el Maestre santiaguista Lorenzo Suárez de Figueroa para incorporarlo al recién creado señorío de Feria, compuesto entonces todavía tan sólo por Zafra, Feria y La Parra. Villalba fue así la primera de las doce poblaciones que con el tiempo se fueron sumando al reducido foco inicial de este Señorío, y una de las más señaladas de sus componentes. El el año 1418 don Gómez Suárez de Figueroa contruyó el castillo en piedra, sobre un asentamiento llano, aprovechando una fortificación anterior de origen árabe. La existencia de un castillo previo concuerda con el documento de 1400 que Enrique III envía al citado Maestre de Santiago Lorenzo Suárez de Figueroa, por el que autorizaba a su hijo Gómez Suárez de Figueroa a reforzar su castillo de Villalba, con lo que se pone de manifiesto que el castillo existía con anterioridad y que a partir de este momento se amplía o hacen reformas, seguramente de gran envergadura, muy posiblemente en la construcción del cuerpo cuadrangular, añadido a la gran torre que ahora está en un lado, que puede ser el elemento preexistente. Todavía a mediados del siglo XV se siguen incorporando añadidos al castillo, como la barrera exterior que se puede ver en parte y que hace construir en 1449 otro Lorenzo Suárez de Figueroa, hijo y nieto de los anteriores, como rezaba en una inscripción que se encontraba en el castillo. Los Señores de Feria residieron en el castillo hasta su traslado al Alcázar de Zafra a mediados del siglo XV. El castillo consta de un reciento exterior o barbacana de planta cuadrangular y otro central principal de mayor altura. El cuerpo principal está constituido por un recinto cuadrangular organizado en torno a un angosto patio de armas, con torres redondas en sus ángulos y cubos semicilíndricos en tres de sus lados ya que en el cuarto se adosa la voluminosa torre del Homenaje, a su vez también con otro gran cubo semicilíndrico adosado en el lado exterior. Según ciertas opiniones, el patio central pudo haber estado cubierto primitivamente, cobijando una mezquita árabe sobre la que posteriormente se consolidaría la fortificación. En el interior contó con cuatro crujías adosadas a sendos muros configurando en el medio un patio cuadrado. Se conservan los arranques de algunas de las bóvedas de arista que cubrían estas galerías laterales. Aunque los deterioros son cuantiosos todavía persisten detalles constructivos y ornamentales que permiten apreciar la tipología mudéjar de varias ventanas con recercos de ladrillo, así como las bandas del mismo material que recorren algunos volúmenes, y los fragmentos de pinturas al fresco con que se decoran varias habitaciones.