Fotografía: Jesús Martín Carrasco
Diseño: José Valiente Tejado
Fecha de solicitud: 16-02-2010
Fecha de aprobación: 16-02-2010
Tirada: 250 sellos
Primer día de emisión: 3-03-2010
La localidad de Alconchel se encuentra en la parte occidental de Badajoz, al sur de Olivenza, muy cerca de un río de pequeñas dimensiones que es afluente del Guadiana y que le servía de defensa natural. El castillo se encuentra en el cerro de Miraflores, una zona elevada y de difícil acceso desde la que domina el territorio circulante.
De la etapa musulmana de la fortaleza no ha quedado ningún resto, tan solo el recuerdo que mantiene el topónimo de la localidad, aunque son evidentes las naturales condiciones defensivas del emplazamiento y por lo tanto el interés por la zona desde antiguo.
El castillo que ahora puede verse es obra enteramente cristiana. Don Alonso I de Portugal protagonizó su reconquista en 1166. En 1145 fue portugués pero enseguida fue recuperado por España. Estuvo bajo control de los templarios entre 1264 y 1312, año en que desaparece la Orden. A partir de entonces se hicieron reformas para convertirlo en una plaza de importancia estratégica por su cercanía con Portugal, construyéndose los sucesivos recintos y elementos fortificados a lo largo del siglo XIV y sobre todo en la segunda mitad del XVI, cuando era propiedad señorial de Don Gutiérrez de Sotomayor, que además fue Maestre de la Orden de Alcántara. Desde esta situación fronteriza y de vecindad con Portugal, la fortaleza desarrolló importantes cometidos militares en las sucesivas campañas y enfrentamientos con el país vecino, sobre todo durante el siglo XVI, época en la que se acondicionaron sus defensas para poder disponer de artillería y demás armas pesadas. Perteneció al marquesado de San Juan de Piedras Albas y de Bélgica desde 1690 hasta el siglo XIX.
La posición de la fortaleza supone un primer punto defensivo debido a su difícil acceso. Consta de varios recintos envolventes dispuestos de forma concéntrica en distintas curvas de nivel, con el lógico trazado irregular a que obliga la topografía del terreno, y contaba con 5 aljibes. Su recinto exterior se extiende en lo alto del promontorio reforzando la zona más fácilmente accesible y por lo tanto la más necesitada de defensas arquitectónicas.
En lo alto se yergue el cuerpo principal del castillo, al que se penetra a través de una portada gótica con torres redondas en las esquinas, ligeramente más altas que los lienzos contiguos de la muralla.
Este cuerpo está formado por un recinto almenado y reforzado con cubos redondos adosados , con aspilleras o pequeños vanos de forma alargada y muy estrecha desde donde se disparaban flechas y dardos, en los adarves. Bajo los merlones del mismo sirve de adorno una moldura de ladrillo, doble en las torres, como contraste plástico respecto a la rectitud del conjunto militar. Sus muros son de gran grosor y sus puertas presentan matacanes.
Desde este cuerpo, y ocupando el punto más alto del cerro, se halla el último recinto interior donde se emplazaban las dependencias de uso residencial y la torre del Homenaje es el elemento que más destaca del entramado arquitectónico. Se sitúa en el patio, tiene planta cuadrangular y cuenta con tres pisos, que lo dotan de una gran altura, algunos de los cuales se acusan fuera mediante la disposición de pequeñas cornisas. La torre debía de ser mayor, pues faltan las almenas que cubrían su cornisa. En sus muros se abren algunas saeteras que permiten completar sus defensas, y pequeñas ventanas desde donde se domina toda la fortaleza y el amplio entorno que se extiende a sus pies.
El acceso al edificio se puede hacer a través de dos puertas. La principal, que se ha restaurado hace poco tiempo, remataría en un arco apuntado encuadrado en alfiz que albergaba el escudo de armas, del que solo tenemos noticias pues se ha perdido. La otra puerta tiene menos importancia y se ubicaba en la parte opuesta de la entrada principal.
De la etapa musulmana de la fortaleza no ha quedado ningún resto, tan solo el recuerdo que mantiene el topónimo de la localidad, aunque son evidentes las naturales condiciones defensivas del emplazamiento y por lo tanto el interés por la zona desde antiguo.
El castillo que ahora puede verse es obra enteramente cristiana. Don Alonso I de Portugal protagonizó su reconquista en 1166. En 1145 fue portugués pero enseguida fue recuperado por España. Estuvo bajo control de los templarios entre 1264 y 1312, año en que desaparece la Orden. A partir de entonces se hicieron reformas para convertirlo en una plaza de importancia estratégica por su cercanía con Portugal, construyéndose los sucesivos recintos y elementos fortificados a lo largo del siglo XIV y sobre todo en la segunda mitad del XVI, cuando era propiedad señorial de Don Gutiérrez de Sotomayor, que además fue Maestre de la Orden de Alcántara. Desde esta situación fronteriza y de vecindad con Portugal, la fortaleza desarrolló importantes cometidos militares en las sucesivas campañas y enfrentamientos con el país vecino, sobre todo durante el siglo XVI, época en la que se acondicionaron sus defensas para poder disponer de artillería y demás armas pesadas. Perteneció al marquesado de San Juan de Piedras Albas y de Bélgica desde 1690 hasta el siglo XIX.
La posición de la fortaleza supone un primer punto defensivo debido a su difícil acceso. Consta de varios recintos envolventes dispuestos de forma concéntrica en distintas curvas de nivel, con el lógico trazado irregular a que obliga la topografía del terreno, y contaba con 5 aljibes. Su recinto exterior se extiende en lo alto del promontorio reforzando la zona más fácilmente accesible y por lo tanto la más necesitada de defensas arquitectónicas.
En lo alto se yergue el cuerpo principal del castillo, al que se penetra a través de una portada gótica con torres redondas en las esquinas, ligeramente más altas que los lienzos contiguos de la muralla.
Este cuerpo está formado por un recinto almenado y reforzado con cubos redondos adosados , con aspilleras o pequeños vanos de forma alargada y muy estrecha desde donde se disparaban flechas y dardos, en los adarves. Bajo los merlones del mismo sirve de adorno una moldura de ladrillo, doble en las torres, como contraste plástico respecto a la rectitud del conjunto militar. Sus muros son de gran grosor y sus puertas presentan matacanes.
Desde este cuerpo, y ocupando el punto más alto del cerro, se halla el último recinto interior donde se emplazaban las dependencias de uso residencial y la torre del Homenaje es el elemento que más destaca del entramado arquitectónico. Se sitúa en el patio, tiene planta cuadrangular y cuenta con tres pisos, que lo dotan de una gran altura, algunos de los cuales se acusan fuera mediante la disposición de pequeñas cornisas. La torre debía de ser mayor, pues faltan las almenas que cubrían su cornisa. En sus muros se abren algunas saeteras que permiten completar sus defensas, y pequeñas ventanas desde donde se domina toda la fortaleza y el amplio entorno que se extiende a sus pies.
El acceso al edificio se puede hacer a través de dos puertas. La principal, que se ha restaurado hace poco tiempo, remataría en un arco apuntado encuadrado en alfiz que albergaba el escudo de armas, del que solo tenemos noticias pues se ha perdido. La otra puerta tiene menos importancia y se ubicaba en la parte opuesta de la entrada principal.