MONTANCHEZ

Fotografía y diseño: José Valiente Tejado
Fecha de solicitud: 22-09-09
Fecha de aprobación: 22-09-09
Tirada: 250 ejemplares
Primer día de circulación: 06-10-09


El castillo de Montánchez está emplazado en un lugar de apreciable importancia estratégica, en un elevado cerro de la Sierra de San Pedro. Junto a las fortalezas de Cáceres y Trujillo,
será este de Montánchez un jalón intermedio entre las fronteras naturales que en tiempo de la Reconquista constituyeron sucesivamente los ríos Tajo y Guadiana.

Esta situación estratégica, así como sus condiciones particulares de difícil acceso y lo elevado y áspero del promontorio, posibilitaron su protagonismo en la Edad Media.

Durante el siglo XII, como ocurriera con otras fortalezas, las incursiones de los monarcas leoneses permitieron en varias ocasiones su efímera recuperación para las armas cristianas; así ocurrió con Alfonso VII en 1142 y Fernando II en 1166; pero en todo s los casos los musulmanes volvieron a señorearse del lugar al poco tiempo. Su reconquista definitiva por los cristianos se produce en el año 1230, de manos de Alfonso IX. Inmediatamente será donada a la Orden de Santiago, junto con un amplio territorio que ocupa toda la zona central y meridional de la actual provincia de Cáceres, a la que con el avance de la Reconquista se añadieron importantes posesiones en e l área colindante que recorre de norte a sur la provincia de Badajoz.

Con todo el castillo se caracteriza por su emplazamiento dominante, lo irregular de su trazado y la superposición de volúmenes y cortinas. La fábrica se constituye con mampostería, con ripio y abundante cal en el relleno.

El recinto periférico conserva en levante tres cubos semicilíndricos y uno rectangular, con una puerta de arco apuntado, de sillería, desde donde una escalera embutida permite el acceso a los adarves. Esta misma cortina, doblada en ángulo recto, se continúa por el flanco meridional del castillo, donde se levanta otro cubo semicilíndrico y una puerta en un parámetro íntegramente de sillería. Como se ha dicho, esta zona meridiona l incrementa su sistema defensivo mediante una antemuralla flanqueada por un cubo cilíndrico, en el interior de cuyo espacio se encuentra uno de los aljibes de la fortaleza; además, dos lienzos unen el cuerpo principal con el recinto exterior, con sus respectivas puertas, lo que incrementa considerablemente los recursos defensivos de esta zona, la menos escarpada; y al mismo tiempo posibilita la necesaria relación y comunicación de los diversos espacios y volúmenes que allí se configuran.

Hoy, el interior de estos recintos está desocupado y en gran parte desmantelado; sin embargo, sabemos que a finales del siglo XV se alzaban diversas edificaciones, aunque algunas ya entonces acusaban grandes deterioros.

Es este castillo un fiel exponente de lo que fueron los castillos de reconquista en la Edad Media. En él se aglutinan las condiciones estratégicas y defensivas de carácter natural, completándose las defensas con las distintas obras de fortificaciones realizadas por los musulmanes y cristianos sucesivamente.

Resulta significativo, al mismo tiempo, la fusión de los elementos defensivos que definieron el castillo en su primera etapa, a los que se añadieron otros de tipo residencial y doméstico introducidos desde finales de la Edad Media, los cuales señalan la adscripción de la fortaleza
a funciones administrativas y residenciales; hecho éste reiterado en el territorio de las órdenes militares.